Hasta ahora, como
primera lección teórica, hemos hablado de lo que es una planta, las partes que
la componen y como se desarrolla, pero no se puede entender esto sin entender
antes lo que la sustenta, el suelo.
El suelo es un
conjunto de partículas que, junto a su composición química y materia orgánica, sirve de
sustentación y a la vez de alimento a las plantas. En su formación, interviene la erosión rocosa, el aire, el agua y la materia orgánica en descomposición. Las capas que se forman al desarrollarse el suelo, se llaman horizontes. Bien es verdad, que las
plantas pueden vivir en el aire, medio acuático o medio aéreo, pero haremos más
énfasis en las que viven en el suelo, o medio edáfico que, digamos, es más
común y que la mayoría conocemos. De su tamaño y de la naturaleza de sus
partículas depende su pearmeabilidad y la capacidad acuífera del suelo. Los
componentes del suelo, para simplificarlo, pueden ser de tres tipos generales: arenoso, limoso y arcilloso, y a su vez se
clasifican en físicos, químicos y biológicos.
Componentes físicos
Suelo arenoso. Debajo, limoso y arcilloso. Fuente: Pixabay. W. Commons. |
Dichos componentes físicos son determinantes para el desarrollo de las plantas y se desarrollaran, en mayor o menor grado, en función del suelo. Estos componentes, normalmente no están en la naturaleza por si solos, si no la suma de los tres, pero hay que estudiar primero el comportamiento de estos tres elementos básicos, para luego poner en práctica el suelo ideal que necesitan las plantas. Un suelo solo compuesto de arena, será muy pobre en elementos nutritivos, ya que al ser un material de partículas gruesas, dejará pasar el aire y el agua con facilidad, dispersando al mismo tiempo las pocas nutrientes. En resumen, será un suelo seco, demasiado aireado y pobre. En el caso del limo, al ser más compacto que la arena, el aire y el agua pasarán con mayor dificultad, por tanto medianamente aireado, con retención de agua y por tanto más retención de las nutrientes, ya que el limo las posee por su estructura, pudiendo ser un suelo más o menos fértil. En el caso de la arcilla, el suelo más compacto de los tres, retiene demasiado el agua, al tiempo de mal aireado, debido a que apenas quedan resquicios para que estos dos elementos lo atraviesen, por lo tanto será un terreno muy húmedo, encharcado y mal aireado, aunque puede ser rico en elementos nutritivos. Estas proporciones físicas, son las que dan lugar a los diferentes tipos de suelo.
Mapa del suelo. Fuente: APA (American Planing Association) |
Todos sabemos, que
las plantas necesitan absorber del suelo nutrientes, elementos minerales, para
poder vivir y desarrollarse. Son muchos los elementos químicos que existen,
llegándose a descubrir más de 60 de ellos en las plantas, pero solo son 16 los
elementos básicos o elementos esenciales para que sobrevivan de forma adecuada,
teniendo cada uno una función específica. Unos elementos entran en las plantas
en gran cantidad y otros en menor, llamándose macroelementos
los que lo hacen en mayor cantidad y microelementos
los que lo hacen en menor.
Macroelementos esenciales para las plantas
Azufre (S)
Calcio (Ca)
Carbono (C)
Fósforo (P)
Hidrógeno (H)
Magnesio (MG)
Nitrógeno (N)
Oxígeno (O)
Potasio (K)
Los macroelementos
y los microelementos, los toma la planta para su desarrollo, a partir de las
raíces y de la siguiente manera. Veamos primero la función de los
macroelementos, de manera muy sucinta: El oxígeno
y el hidrógeno los toma del agua,
utilizándolos prácticamente para formar su estructura, que junto al nitrógeno que forma las proteínas tomándolas del
suelo en forma de sales minerales y junto al calcio,
esencial para el crecimiento de la planta, son cuatro elementos de suma
importancia. Luego tenemos el carbono, muy
extendido por toda la planta, siendo fundamental en la fotosíntesis. Los demás
macroelementos, los toma la planta de las sales minerales. El fósforo, responsable de las raíces; el potasio de la formación de flores y frutos. El magnesio forma parte de la clorofila, fundamental
para captar la energía de la luz, sintetizando los alimentos. Y el azufre, que forma parte de las proteínas de la
planta.
Así pues, ya
tenemos 9, de los 16 elementos esenciales para las plantas. Los siete
restantes, los microelementos, llamados también oligoelementos
o elementos traza, porque aparecen en
pequeñas proporciones, lo cual no quiere decir que sean prescindibles o menos
importantes, son los que vienen a continuación:
Microelementos esenciales para las plantas
Boro (B)
Cobre (Cu)
Hierro (Fe)
Manganeso (Mn)
Molibdeno (Mo)
Zinc (Zn)
Cloro (Cl)
Estos microelementos o oligoelementos,
que también toma la planta a través de las raíces, en forma de sales minerales
disueltas en agua, tienen papeles parecidos como otros de los macroelementos,
actuando conjuntamente, como si fuera un refuerzo, así como otros de carácter
propio. Tenemos el manganeso, esencial para
la fotosíntesis, como el carbono, influyendo en el aprovechamiento del
nitrógeno, en la formación de caroteno, rivoflavina y ácido ascórbico. El hierro, fundamental para la clorofila, como lo es
el magnesio, e importante en la construcción de proteínas y enzimas y
catalizador en el proceso de oxidación y reducción de la planta. El cobre,
catalizador de la respiración y constituyente de enzimas, interviniendo en el
metabolismo de carbohidratos y proteínas y en la síntesis de las mismas. El zinc interviene en la formación de hormonas que
afectan al crecimiento. También participa en la formación de proteínas, y en
cantidad adecuada se aprovecha mejor el nitrógeno y el fósforo, favoreciendo el
tamaño de los frutos. Al boro se le
relaciona con los azúcares y su transporte por la planta, también con la
fotosíntesis, aprovechamiento del nitrógeno, síntesis de proteínas, en la
formación del sistema radicular y regulador del agua. El molibdeno, importante en la síntesis de las
proteínas y en la fijación del nitrógeno, siendo asociado a la absorción del
hierro. Hay que decir, que cualquier carencia, a la larga o a la corta, puede
ser mortal para las plantas, en el caso de este último microelemento se ha constatado
que lo es. Y finalmente el cloro que
interviene en la función metabólica de la planta.
El esquema, arriba, muestra como las plantas absorben los distintos elementos que le son necesarios y el papel que juegan los tres más importantes: nitrógeno, fósforo y potasio. (1) El nitrógeno, principal responsable del crecimiento. (2) La hojas absorben el oxígeno del aire. (3) El potasio, responsable de la formación de flores y frutos. (4) La luz es captada por las hojas, (5) Las hojas desprenden anhidrido carbónico. (6) Las raices absorben los macroelementos y los microelementos disueltos en agua. (7) El fósforo es responsable de la formación del sistema radicular.
Hemos visto los 16
elementos esenciales, componentes químicos del suelo, para que las plantas
puedan vivir y desarrollarse adecuadamente. Aunque algunos de ellos entran en
pequeña proporción, sería mortal para la planta su falta, es lo que se llama la
Ley del
mínimo o Ley de Liebig, expresado de otra forma: el elemento que se encuentra en menor proporción
es el que limita el desarrollo de la planta. Cuando la planta entra en esta
situación, entra en un estado de carencia de un elemento que le es esencial.
Para saber que tipo de carencia, habrá que estudiarlo y corregir de forma
adecuada aquel elemento que se encuentra en mínimo.
Pero aquí no todo
queda dicho sobre los componentes químicos del suelo. Hay un componente
aunque no es un elemento como tal, si no
la consecuencia del comportamiento de que los diversos elementos actúen de una
forma u otra en el suelo, se trata del pH.
El pH
El pH
El pH es una medida de acidez o alcalinidad
de una disolución. El pH indica la concentración de iones hidronio, presentes en determinadas disoluciones; para explicarlo
de una manera sencilla, es una medida
para saber si un suelo es ácido, neutro o básico. Para medir dicho grado de acidez o alcalinidad, se usa
una serie de números que oscila entre 0 y 14, el cero es la acidez absoluta y
el catorce la basicidad absoluta. Claro que, dichos extremos, no se dan en la
naturaleza, los suelos más ácidos están en torno al pH = 4, mientras que los
más básicos alrededor del pH = 11; la neutralidad, el término medio, alrededor
del valor 7. Todo esto es muy importante a la hora de cultivar las plantas, ya
que según el tipo de plantas, necesitaran, o no, corregir el Ph, cuando hablemos
de las tierras y sus mezclas, si bien, hoy día, ya nos venden, en general,
siendo de agradecer, las tierras ya preparadas.
El pH del suelo y factores como los ambientales, la luz, el agua y la forma de verlas el ojo humano, pueden desempeñar un papel en el color de las flores; el mejor de los ejemplos, y de todos es sabido, es el caso de las flores de las Hidrangeas u hortensias, en las que una acidez de 6,0 a 6,2 las puede hacer rosadas y una acidez entre 5,2 y 5,5 las convierte en azules. Así pues, manipulando el suelo, se puede optar por un color u otro.
Flores de Hidrangea, azules y tonos rosados. Fuente: foto propia |
Componentes biológicos
Hasta aquí hemos
estudiado los componentes físicos y químicos del suelo, pero el suelo está
vivo: contiene bacterias, insectos y hasta animales de un cierto tamaño, que
producen residuos y reacciones que afectan al suelo y, por lo tanto, a las
plantas que sobre el viven. Estos nuevos componentes del suelo, son de dos
tipos: seres vivos, como bacterias e insectos y los residuos o productos de la
actividad vital de esos mismos seres vivos, como la formación del humus. Seres vivos que tienen gran influencia en
el suelo, siendo a veces indispensables para ciertas plantas. Además de
modificar la estructura del suelo, su conformación, alterando sus capacidades,
como puede ser: la retención del agua, su riqueza mineral o su aireación, así
como otras funciones vitales que se realizan en el propio suelo, produciendo
residuos que descomponen a su vez otros componentes, dando lugar a otros
nuevos. Es el caso del humus, ya mencionado.
El humus
El humus es una masa más o menos negra que resulta de la
descomposición de los restos orgánicos, nombre que hace referencia a los restos
tanto vegetales como de animales, por la acción de ciertos microorganismos.
Bajo esta acción, junto con la del aire y la del agua, la materia orgánica del
suelo se descompone y da lugar al humus. No obstante, cuando esa humificación
tiene lugar bajo el agua, es decir, en ausencia de oxígeno, se produce una
fermentación especial por la cual se forma un humus ácido que la mayoría de las
plantas no resisten. Para la mayor parte de las plantas, las tierras humosas,
tierras negras, son el mejor sustrato para su desarrollo, aun cuando el humus
por si no es utilizado por ellas, sino después de descompuesto en productos
minerales. Por otra parte, no se habla de que el suelo contenga, o no, equis
cantidad de humus, sino de cantidad de materia orgánica. Siendo muy importante
que el suelo contenga dicha materia, para que las plantas encuentren suficiente
alimento. No obstante, hay plantas que necesitan de un suelo rico en materia
orgánica y otras se desarrollan bien en un terreno más pobre, si bien, son plantas que se adaptan al medio. En el caso de que
un suelo sea pobre y quiera utilizarse para un determinado cultivo, habrá que
corregir esas deficiencias con materia orgánica, así como para suplir el
desgaste natural de los terrenos. Este proceso, entra ya de lleno en el mundo
de los abonos y fertilizantes, lo que será un nuevo post.
Suelo del bosque. Fuente: Pixabay |